LA PRIMERA PENA

La senda que serpenteaba por el bosque está hoy cubierta de hierba.
En esa soledad, alguien dijo detrás de mí:
¿Me reconoces?
Me volví le miré.
-Te recuerdo vagamente, dije, pero no puedo acordarme de tu nombre.
-Fuí tuya hace mucho tiempo, señaló, soy aquella pena que tuviste cuando contabas veinticinco años.
Los angulos de sus ojos brillaban húmedos, como el reflejo de la luna en las aguas de un lago.
Atónito, me detuve y dijo:
-Aquel día te vi oscura, como las nubes de julio; hoy te pareces a la imagen dorada del otoño. ¿has perdido todas las lagrimas de aquel dia?
Ella no dijo nada, sólo una leve sonrisa iluminó su cara.
Lo entendí, esa sonrisa lo decia todo. La nube del lluvioso julio habia aprendido a sonreir como la flor otoñal del shiuli.
-¿Sigues guardando en tí, le pregunté, al joven que yo era a los veinticinco años?
-Mira mi collar, replicó.
Vi que no se habia marchitado ni un solo pétalo de la guirnalda de aquella primavera.
-Todas las otras cosas que tenia se han marchitado, le dije, pero en tu cuello, mis jovenes veinticinco años no han palidecido.
Lentamente, me puso la guirnalda al cuello y dijo:
-¿Recuerdas que aquel dia dijiste que no querias ningún consuelo, sino solo tu pena?
Le contesté avergonzado:
-Así dije, pero han pasado muchos años desde entonces y lo olvida.
Siguió ella:
-Aquel novio, el dios que habita en el corazón del hombre, no se ha olvidado. Desde entonces he estado esperan a escondidas en el claro del bosque. Dame la bienvenida.
Le cogí sus manos en las mias y dije:
-¡Que asombrosa e inefable es la belleza que hoy tengo ante mí!
Ella señaló:
-Lo que antes fué pena, hoy se ha convertido en paz.

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En esta tarde de lluvia, leyendo poemas en prosa de Rabindranath Tagore, no he podido resistir el escribiros este.
El tiempo nos hace ver las cosas con tranquilidad, en paz e incluso, nos hace sonreir.
Espero que os guste.